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Edificio Atalaya |
El Edificio Atalaya fue la primera torre de condominios del
país. Curiosamente
su nombre hace mención a su gran altura (gran altura en su época quiero decir)
pues atalaya quiere decir literalmente “eminencia o altura desde
donde se descubre mucho espacio de tierra o mar”. Diseñada por Calvin Stempel, único arquitecto panameño en estudiar con
Frank Lloyd Wright, ha logrado sobrevivir una ciudad que prefiere destruir todo
vestigio de su pasado para construir encima algo nuevo y “mejor”. Para el
tiempo de mis abuelos era un edificio nuevo e interesante. Tenía muchas cosas
que otros edificios de la época no contemplaban como por ejemplo la vista a la
bahía que es una de las cosas que a mi abuela le parece más característico del
edificio. Es recordado como un edificio de lujo moderado con buenos acabados
por dentro y por fuera que contaba con dos estacionamientos por departamento;
un lujo no muy usual en la época. Lujo que hoy en día es considerado un
estándar y de hecho, se les queda chico a muchas familias pudientes que poseen
más de dos vehículos. Este es un claro ejemplo de lo rápido que ha crecido la
población y explica también por qué el tráfico de la ciudad es tan pesado, pues
en sólo dos generaciones se han, me atrevo a decir, duplicado la cantidad de
autos particulares.
Personalmente valoro mucho el Atalaya pues aun cuando está
rodeado de nuevos edificios mucho más altos que él siempre me ha parecido
curioso. Recuerdo que de pequeña viajaba a David con mi familia a menudo y cada
vez que pasábamos frente al Atalaya de camino al Puente de las Américas, éste lograba
llamar mi atención sin falta. Todo esto fue mucho antes de estudiar
arquitectura (o sea, antes de prestarle real atención a las edificaciones que
me rodean) y el hecho de que este pequeño edificio ya hubiese captado mi
atención me parece digno de mención. Su nombre escrito en la fachada con letras
de gran tamaño permitió que su imagen grabada en mi memoria tuviera un nombre
con el cual llamarla y esto la volvió un punto de referencia para mí. Tal
impresión causó en mí que investigué su historia a través de mis papás y mis abuelos
de los que saqué la información que les conté antes. El Atalaya ha llamado la
atención de muchas generaciones y aún de “viejo” mantiene su encanto llamando
la atención de las generaciones más jóvenes.
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