La Iglesia de San José y su Altar de Oro
He aquí dos probables respuestas a un fenómeno común entre
las iglesias coloniales. Fenómeno que se presenta en la Iglesia de San José, que
sabe pasar desapercibida a los ojos del transeúnte de Casco Antiguo. Solo una
torre, y una cubierta a dos aguas presentan la iglesia (imagen no.1). Sin embargo, la sobriedad y simpleza de su exterior
es balanceada por los exuberantes adornos en su interior. El más grande y más
hermoso de ellos es el retablo mayor decorado al estilo del barroco tardío y
recubierto con pan de oro, el conocido Altar de Oro que domina el interior de
este recinto (imagen no. 2). ¿Y por qué esconderlo detrás
de tan sencilla fachada?, se preguntarán. Podemos especular dos razones, que también
pueden explicar la extraña sencillez de otras iglesias coloniales. La primera:
la sobriedad de su exterior ayuda a esconder de asaltantes (como los piratas
que poco antes habían destruido Panamá la Vieja) los tesoros de su interior; o
la segunda razón: que el exterior
normalmente hecho de calicanto o piedra (en este caso calicanto) era más
complicado y costoso de adornar que su interior de madera, material que es fácilmente
tallado. De este modo, se ve que es lo ingenioso o la falta de fondos (o ambas) lo que nos sorprenden con estas pequeñas joyas escondidas, como San José y su Altar de
Oro.
Imagen No. 1
Imagen No. 2
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